María Isabel, diagnosticada con TEA grado 1 (anteriormente conocido como Asperger) el verano pasado, comparte su inspiradora historia de maternidad y autismo. Tras el diagnóstico de su hija, María Isabel decidió someterse a una evaluación y descubrió que también es autista. Este diagnóstico tardío ha permitido a ambas comprender mejor sus experiencias y desafíos.
¿Cómo te describirías como persona y como madre?
Atenta con todos, siempre dispuesta a dar de mí lo mejor en cada aspecto de la vida. Me gusta ayudar a los demás y trato de mantener una actitud positiva, incluso en los momentos más difíciles. Como madre siempre he procurado estar ahí para mis hijos, apoyándolos en sus decisiones, escuchándolos y guiándolos con amor y firmeza.
Su diagnóstico, como ocurre en muchas mujeres, llegó de forma tardía. Fue el de su hija, a los 17 años, el que le hizo reflexionar sobre su propia trayectoria y solicitar una evaluación.
¿Cómo es el día a día juntas? ¿De qué actividades disfrutáis especialmente?
Compartimos algunas aficiones, a las dos nos gusta pintar y la repostería, decorar galletas. Hemos hecho algunos cursos juntas.
Me gustaría que la sociedad comprendiera que ser madre y ser autista no son cosas incompatibles. A menudo existe una imagen muy limitada o estereotipada del autismo, y se olvida que las personas autistas también sentimos, cuidamos y amamos profundamente. Ser madre siendo autista implica vivir la maternidad desde una sensibilidad distinta, donde los estímulos, la organización y la comunicación pueden requerir un esfuerzo extra, pero también se vive con una intensidad y un enfoque muy especial.
Cada camino tiene sus desafíos. ¿Cuáles han sido los principales retos que has enfrentado criando a tu hija, y cómo los has superado?
Yo tengo dos hijos: un hijo mayor con 22 años y mi hija que hoy cumple 19 años, la crianza nunca fue fácil para mí, sobre todo al principio, lloraban mucho de bebés y era muy agobiante no saber lo que les pasaba. Sobre todo, con el primero, luego mi hija dormía mejor que su hermano y en su crianza no estuve tan cansada, no se despertaba tanto por las noches y no demandaba comer tanto como él, los dos se criaron con lactancia materna.
Lo superé con mucha paciencia, aunque hubo momentos muy duros en los que sentía que no podía más. Aprendí a observarlos con atención, a seguir mi instinto y a buscar mis propias formas de hacer las cosas, aunque fueran distintas a lo que hacían otras madres. La rutina me ayudaba mucho y también el apoyo de algunas personas cercanas, aunque muchas veces sentía que tenía que cargar con todo sola.
Desde tu experiencia, ¿Qué te gustaría que la sociedad comprendiera mejor sobre ser madre y tener autismo?
Me gustaría que la sociedad comprendiera que ser madre y ser autista no son cosas incompatibles. A menudo existe una imagen muy limitada o estereotipada del autismo, y se olvida que las personas autistas también sentimos, cuidamos y amamos profundamente. Ser madre siendo autista implica vivir la maternidad desde una sensibilidad distinta, donde los estímulos, la organización y la comunicación pueden requerir un esfuerzo extra, pero también se vive con una intensidad y un enfoque muy especial.
Imaginando el futuro, ¿Qué oportunidades o apoyos te gustaría que tuviera tu hija para que sea feliz?
Desearía que tuviese los apoyos necesarios para que no tengan que pasar por alto sus dificultades sin ayuda.
Como madre, ¿Cuál ha sido uno de los momentos más felices o especiales que has vivido junto a ella?
Me gusta compartir el tiempo con ella, hacer algún viaje, acompañarla a ver exposiciones de arte, ir juntas a clases de dibujo y pintura.
Y si pudieras enviarle un mensaje para el futuro, ¿Qué palabras te gustaría que tu hija escuchara cuando sea mayor?
Cuando seas mayor y mires atrás quiero que sepas que cada paso que di, cada esfuerzo que hice fue por ti. Tal vez no siempre lo entendiste todo en el momento, y quizás mi forma de expresarme o de hacer las cosas fue distinta, pero nunca dudes de cuanto te amo, de cuanto te quise proteger y ver feliz.
¿Qué les dirías a otras madres autistas que están comenzando su camino en la maternidad?
Ante todo, les diría que no están solas, que su forma de vivir y sentir la maternidad es válida y valiosa. No tienen que compararse con los modelos que impone la sociedad.
Cada madre, y más aún cada madre autista, encuentra su manera única de conectar con sus hijos, de cuidarlos y de criarlos con amor.
Desde FESPAU queremos dar las gracias a María Isabel Ochandio Valero por abrirnos la puerta a su historia personal y compartir, con tanta generosidad, su vivencia como madre autista. Su testimonio contribuye a derribar estereotipos y a mostrar que hay muchas maneras válidas y valiosas de vivir la maternidad.